Había una vez un hombre que daba una clase a padres sobre cómo ser padres. La tituló "Diez mandamientos para padres" y los padres, inseguros de sus aptitudes, venían de todas partes para asistir a su clase y aprender cómo ser mejores padres. En aquel entonces no estaba casado ni tenía hijos. Un día conoció a la mujer de sus sueños y se casó. Con el tiempo tuvieron un hijo. Entonces cambió el título de su clase, "Cinco sugerencias para padres". Con el tiempo fueron bendecidos con otro hijo. y entonces le puso un nuevo nombre a la clase, "Tres pistas provisionales para padres" . Cuando nació su tercer hijo, dejó de dar la clase.
Nos gusta la sentencia Zen que reza: "En la mente del principiante hay muchas posibilidades; en la mente del experto hay pocas" (Suzuki, 1970). Adoptar esta actitud en nuestro trabajo nos lleva a aprender constantemente cosas nuevas. Nuestros clientes nos enseñan constantemente cómo trabajar con ellos y cómo ayudarles a resolver sus dilemas. Aún estamos por encontrar una fórmula que capte la diversidad de los seres humanos.
Hemos pasado muchos años "desaprendiendo" ciertos presupuestos "básicos" acerca de los problemas y la psicoterapia. Con frecuencia pensamos en las investigaciones que muestran que las personas que van a iniciar sus estudios de psicología tienden a ser "naturalmente terapéuticos". Sin embargo, cuando se las vuelve a examinar al final de la carrera, parecen haber perdido algunas de estas aptitudes. Cinco años después de haber terminado sus estudios, estas habilidades naturales reaparecen.
Este texto es un extracto del libro “En busca de soluciones: un nuevo enfoque en psicoterapia” de Bill O’Hanlon y Michele Weiner-Davis (1990).
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